Empezamos preguntando lo que otros olvidan
En 2014, tres socios nos juntamos en una cafetería de Santiago. Veníamos de trabajar en banca, consultoría y gestión empresarial. Y teníamos algo en común: habíamos visto demasiadas compraventas de negocios que acabaron mal.
No por falta de capital ni por problemas legales. Sino porque nadie se había parado a hacer las preguntas incómodas: ¿este negocio realmente vale lo que piden? ¿Los números que aparecen en el balance son los reales? ¿Qué pasa cuando el dueño anterior se va?
Decidimos crear algo diferente. Una consultora que trabajara solo con compradores, sin conflictos de interés. Donde cada valoración fuera tan rigurosa como si estuviéramos invirtiendo nuestro propio dinero.